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Jóvenes mexicanos buscan aprendizaje y aventura en el turismo educativo

En una tendencia creciente, los jóvenes mexicanos están adoptando el turismo educativo como una forma innovadora de viajar y adquirir nuevos conocimientos. Lejos de los destinos tradicionales de sol y playa, estos viajeros anhelan experiencias que les permitan sumergirse en la cultura, la historia y las tradiciones de los lugares que visitan.

De acuerdo con un estudio realizado por el Consejo de Promoción Turística de México, ciudades como Puebla, Guanajuato y Oaxaca se han posicionado como algunos de los destinos favoritos para el turismo educativo entre los jóvenes mexicanos. Estos lugares ofrecen una rica combinación de patrimonio cultural, gastronomía única y oportunidades para participar en talleres y actividades educativas.

"Los jóvenes de hoy buscan algo más que simplemente tomar fotos y visitar sitios turísticos típicos", explica Ana Laura Vázquez, especialista en turismo educativo. "Quieren sumergirse en la esencia de los lugares, aprender sobre su historia, participar en talleres artesanales y llevar consigo experiencias significativas".

En Puebla, los viajeros educativos pueden explorar la fascinante historia de la ciudad a través de recorridos guiados por las calles empedradas y los impresionantes edificios coloniales. Además, tienen la oportunidad de asistir a talleres de cerámica, textiles y cocina tradicional, donde adquieren habilidades prácticas y un profundo aprecio por las artesanías locales.

Por su parte, Guanajuato cautiva a los jóvenes con su encanto arquitectónico y su rica herencia cultural. Los turistas educativos pueden sumergirse en la historia de esta ciudad minera a través de visitas a museos y minas abandonadas, además de participar en talleres de platería y alfarería, dos de las principales tradiciones artesanales de la región.

Oaxaca, cuna de una de las culturas más antiguas de México, atrae a los viajeros educativos con su impresionante legado mesoamericano, reflejado en sus zonas arqueológicas, museos y coloridas tradiciones. Aquí, los jóvenes pueden tomar clases de cocina oaxaqueña, asistir a talleres de textiles y participar en ceremonias ancestrales, sumergidos en la riqueza cultural de esta fascinante región.

Según los expertos, el turismo educativo no solo enriquece el conocimiento y la apreciación por las culturas locales, sino que también fomenta un mayor respeto y conciencia sobre la importancia de preservar el patrimonio cultural de México.

Créditos: El Economista

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