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-Carga secretario hasta títulos patito -Los pequeños demonios no son el problema -Las desapariciones de Nitza, José y Rocío -Favorable evolución de Tena

Afirmar que Emilio García Ruiz fue siempre un simple policía dentro de la corporación policíaca que dirigió Genaro García Luna es faltar a la verdad.

En 2008, en la plenitud de poder de García Luna en la Policía Judicial Federal, y época álgida de la llamada guerra contra las drogas, Emilio García escaló primero a jefe de departamento en dirección de alto impacto y terrorismo.

Y en 2010 fue designado Director General de Investigación de Delitos Federales, cargo en el cual permanece tres años después de concluido el sexenio.

No puede ser casualidad que esas designaciones se hayan dado en ese momento, junto con sus cursos en el extranjero, particularmente con agencias norteamericanas, donde García Luna vivía momentos de gran cercanía y reconocimiento. Hoy está defenestrado y con ganas de escupir la sopa en un tribunal neoyorquino.

Nadie escala posiciones sin la bendición de arriba. Tal es el caso de la nueva adquisición del nuevo amanecer en el delicado tema de la seguridad.

Existen además dos elementos muy interesantes en relación al hoy encargado del despacho de la inexistente Secretaría de Seguridad Pública.

Su licenciatura es apenas de 2012, con egreso en una universidad privada de esas que pululan en la actualidad y con particularidad en la Ciudad de México. Lo menos que se dice de ellas es que no cumplen con estándares internacionales de calidad.

No es el funcionario un niño de pecho. Tiene sus años, por lo que cursó sus estudios profesionales a una edad ya tardía.

Pero además no hay rastro de su maestría en el Registro Federal de Profesiones. Contrario a su licenciatura, que sí tiene asignación de cédula, no hay registro de sus estudios de posgrado de la señalada Maestría en Procuración de Justicia.

Alguna explicación habrá.

 

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Con la elección de Alejandro de la Rocha para un segundo período al frente del Ichitaip, prácticamente quedó concluido el pleito legal instaurado por Rodolfo Leyva en contra de la decisión aquella de los comisionados que lo dejó sin la presidencia. Será sobreseído, es lo que se dice en los corrillos de tribunales por togados cercanos al caso.

Menos de tres meses estuvo en el cargo Leyva, hasta que en marzo del 2017 fue relevado en el cargo, tras un agarre personal con el gobernador por la pretendida imposición del esposo de la ex titular de la Secretaría de la Función Pública, Stefany Olmos, en la posición de secretario ejecutivo.

Fue y vino a los tribunales el comisionado hasta que finalmente no le alcanzó el tiempo. La Corte rechazó la atracción solicitada por la impugnación que hizo de los magistrados del primer tribunal colegiado.

Oportuno el llamado de De la Rocha por trabajar hacia el interior de la institución, porque el comisionado estaba entregado en cuerpo y alma al litigio por su asunto, que descuidó constantemente las centenares de ponencias a su cargo.

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Así con todas sus letras anunció el Secretario de Salud, Jesús Enrique Grajeda, una reestructuración completa en el área.

Según el médico urólogo no quedará títere con cabeza. Se van mandos altos, medios y bajos. Habrá una limpia total, en una dependencia que ha sido desastrosa en su funcionamiento.

Mucho del personal era herencia del médico militar Ernesto Ávila, que aún seguía controlando las áreas administrativas, donde se hacían toda clase de enjuagues.

Pero el problema, igual que con Ávila, es la cabeza principal y no los pequeños demonios que hacen lo que les pega la gana, dejando a los hospitales sin gasas ni curitas al menos para paliar las dolencias de los chihuahuenses.

Jesús Enrique Grajeda debería tener dignidad y retirarse, después de un año y tres meses en funciones, maniatado por los intereses cobijados desde los padrinazgos cercanos al gobernador Javier Corral. Poco podrá hacer en unos cuantos meses de administración, más que proteger su retirada.

El anuncio ocurrió en la reunión de gabinete del día de ayer, ante los ojos cuadrados del virtual secretario de seguridad.

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Se cumplieron diez años de la desaparición de Nitza, José y Rocío Alvarado a manos de personal del ejército en Buenaventura, Chihuahua.

Ha sido un martirio para la familia, primero demostrar la responsabilidad castrense en el asunto y luego intentar la reparación del daño.

La negativa de la milicia ha sido constante, en todas las administraciones. Ni Calderón, ni Peña Nieto, ni ahora Andrés Manuel López Obrador han tenido voluntad política de cumplir la sentencia dictada por la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, a donde tuvo que llegar como última instancia ante la renuencia del Estado Mexicano.

Pese a las pruebas, la Secretaría de Relaciones Exteriores, la que dirige Marcelo Ebrard, acaba de comunicar oficialmente un escrito de alegatos al respecto.

El asunto debe ser tema necesariamente esta semana que esté el presidente en Chihuahua con motivo de atender el caso LeBaron.

 

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Hoy es un día clave en la recuperación del alcalde de Cuauhtémoc, Carlos Tena Nevárez, luego del accidente que sufrió el pasado sábado, cuando cayó de un caballo en su propiedad ubicada en la carretera a Rubio.

Transcurrido el plazo crítico de 72 horas que impusieron los médicos para esperar que reaccione Tena por sí mismo, luego de la sedación a la que fue sometido, la evolución es muy favorable. Gracias a la fortaleza física del cuauthemense y al buen estado general de salud del que gozaba, la etapa más complicada parece superada. Su vida ya no está en riesgo, es la conclusión médica.

Su esposa Guadalupe Ledezma, al igual que sus hijos y demás familiares, no se han despegado del hospital y como todos esperan su recuperación completa. Así que puede haber buenas noticias en las próximas horas. Ojalá que así sea.

No obstante ya hay una decisión política tomada en cuanto a su trabajo como alcalde. El que ha tomado las riendas en el municipio ha sido el secretario del Ayuntamiento, Héctor “Eti” Barraza, quien le ha dado buena conducción política a la administración, la necesaria para pasar el mal rato sin mayores sobresaltos.

Pero Barraza Chávez sólo estará unas horas más al frente del timón. Como lo más probable es que la recuperación plena de Tena se lleve más de 15 días, ya fue llamado el suplente, Romeo Antonio Morales, para asumir el cargo mañana en sesión de Cabildo.

Si la ausencia de un presidente municipal no excede de dos semanas, se debe elegir a alguno de los regidores para que se haga cargo del despacho del alcalde. Pero si la ausencia es mayor, como se espera, debe asumir el suplente.

Así las cosas, mañana habrá de rendir protesta Morales Esponda, para ocupar el cargo cuando menos por tres semanas.

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