Privilegios de la impunidad
Anudada, elección del PAN
Versión de cambios en racimo
Violencia de pandilleros comunes
Cuarenta años de Marco Antonio
Elba Esther Gordillo, una de las líderes sindicales más cuestionadas del país, acusada de transferir ingentes cantidades de dinero –hablan de dos mil millones de pesos- propiedad del sindicato magisterial a sus cuentas personales, rodeada de lujos y escándalos, beneficiaria de una herencia de 375 millones de pesos que le dejó su madre, una maestra rural sin antecedentes financieros.
El abogado de Elba Esther es Marco Antonio del Toro, un litigante que alcanzó fama nacional durante su coadyuvancia con la PGR en el caso del Pemexgate y porque sus clientes suelen ser políticos acaudalados con fama pública de corruptos. Es el mismo que viajará hoy a Canadá para escoltar personalmente en su regreso al país a Napoleón Gómez Urrutia, acusado de un fraude por 55 millones de dólares contra el sindicato minero.
Ayer la PGR abrió una ventana para liberar de prisión al exgobernador de Veracruz, Javier Duarte, al recategorizar el delito de delincuencia organizada por el de asociación delictuosa, un matiz legal que, por no ser considerado delito grave, permitiría que Duarte lleve su caso en libertad ¿Quién es su abogado? Exacto: Marco Antonio del Toro.
Los privilegios de la impunidad son caros, pero aquéllos que pueden costeárselos no dudan en pagarlos. Nada importa lo que hayan hecho: compran los servicios de un abogado influyente y consiguen el favor de poderosos.
Al recuperar su libertad Elba Esther demandó a un reportero y presentador estrella de Televisa, Carlos Loret de Mola: en él pretende escarmentar a los comunicadores que decidan reseñar su oscuro expediente; Napoleón Gómez llegará hoy o mañana a la ciudad de México, tras doce años de permanecer en fuga, para recibir su acreditación de senador e instalarse en la impunidad del fuero; y Javier Duarte está por recuperar su libertad.
Conclusión: César Duarte y Alejandro Gutiérrez se equivocaron de abogado, el “as de oros” contrató al despacho de Reyes Retana y “la coneja productiva” al de Antonio Collado. Elba, Napito y Javidu les mostraron el caminito, abran otra vez la chequera –Del Toro es carito- y abreviarían los días en fuga o prisión.
Pocas veces los grupos al interior del PAN se han visto frente a una renovación de dirigencia estatal tan anudada y sensible como la presente. Es una madeja de puntas retorcidas y ocultas a la que estrategas de uno y otro no encuentran principio ni fin.
En noviembre celebrarán su asamblea electiva y pretenden llegar con una negociación firmada que los aleje de conflictos. Es la solución que observan como salida conciliada, su problema es que no saben cómo cuajarla; tienen claro el qué, pero no visualizan el cómo.
Uno de los problemas está en la confrontación, hasta hoy irreconciliable, entre la neofamilia de Javier Corral, César Jáuregui y Gustavo Madero y el M3 de Maru Campos, Mario Vázquez y Malo Jáuregui. Es decir, entre Palacio de Gobierno y la alcaldía.
Un acuerdo generoso y pertinente, dado el resultado electoral de julio pasado, sería que M3 asuma la dirigencia estatal en la figura de liderazgo sin fobias ni taras de bandas gruperas –vayan buscando nombres- cuyo propósito sería allanar la candidatura de Maru Campos, única sobreviviente al tsunami capaz de competir por la gubernatura.
Sin embargo, la generosidad no es propia de políticos: los de palacio preguntarían por qué, si la jefatura del partido pertenece al gobernador y éste se llama Javier Corral. También es una posición admisible, por derrotados que estén harán hasta lo imposible para conservar el control del partido. Nadie comparte el poder y menos con el enemigo jurado.
Otro problema está en los llamados “loquitos”, aquellos militantes panistas que siguen pensando en la política como apostolado. Con uno que se registre por la libre forzaría la competencia, son los estatutos y ahí están los Leyva para recordarlos una y mil veces, o más, de ser necesario.
Una planilla unida sería favorita, nada qué temer ante los ímpetus de cualquier militante exaltado. De acuerdo, pero abre espacios a la discordia alborotando el espíritu “rabiosamente democrático” de los delegados renuentes al dedazo. Cualquier competencia complicando la elección.
El nudo está muy apretado ¿Encontrarán forma de abrirlo sin despedazarse en el intento? La leyenda dice que un golpe de poder, como Alejandro Magno en la mítica Frigia, es la solución más práctica.
Observadores y entusiastas desocupados de la política se preguntan por qué Javier Corral mantiene intocado a su gabinete, salvo los movimientos por razones electorales, si hay varios secretarios francamente incompetentes.
Una de las versiones más recurrentes, en los últimos días, es que el mandatario pretende hacer una serie de movimientos simultáneos para zanjar el tema de un jalón, lo que implicaría renuncias y enroques.
¿Será? Por qué no, refrescar el gabinete siempre es bueno a mitad de una administración y para efectos prácticos ahí está la presente, pues no es de seis, sino de cinco años.
Otra pregunta ¿Quiénes entrarían en la ronda de sustituidos y quiénes en los enroques? Ernesto Ávila y su segundo en Salud, el “pendejeador” Ramírez Godínez, encabezan la lista, no es novedad.
Sin embargo, también se habla de Carlos Reyes en Vialidad, Pablo Cuarón en Educación, Toño Pinedo en Comunicación, Concha Landa en Cultura y hay quienes hablan hasta de Fuentes Vélez en Hacienda y César Jáuregui en la Secretaría General. Desde luego son especulaciones, pero de que los cambios vienen no hay duda; sabrá el gobernador cuáles y cuándo.
Delincuentes comunes, pandilleros ordinarios desataron la ola de violencia que trastorna a los juarenses en estos días. Son consecuencias tardías de la fallida guerra de Calderón contra el crimen; convirtió las bandas profesionales del crimen en violentas gavillas ingobernables. Ahora para contenerlas, ahi te hablan, Aparicio.
Cuatro décadas de Marco Antonio Guevara, decano de la radio en Chihuahua, pionero en programas de interacción con la comunidad, incansable luchador social y periodista comprometido con la gente.
Felicidades y otros cuarenta más.
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